/ sábado 12 de octubre de 2019

La fiesta del encuentro

La fiesta de este 12 de octubre conmemora el 527 aniversario del encuentro de los llamados Dos Mundos. El Día de la Raza que se asocia con el acontecimiento del descubrimiento de América por Colón y los tripulantes de su embarcación en el ya distante 1492. Este es el día de la Hispanidad en razón de la grandiosa celebración de nuestros orígenes más remotos. ¡Nuestro umbral hunde sus raíces en un prodigioso encuentro!

Desde luego que hay muchos hitos de la historia que no podrán ser cambiados en adelante, tal como sucedieron así impactaron a la posteridad. Por esta razón, resulta por demás absurdo el hecho de malgastar la vida lamentando lo que pasó, las formas en que se dieron las cosas y suplicando disculpas por acontecimientos del pasado. En nada enarbolan la patria fecunda que se soñó con el encuentro de las dos culturas, por demás distantes y distintas, pero muy complementarias.

Esta celebración no puede reducirse al simple recuerdo de un acontecimiento del pasado, el cual, por resultarnos tan distante, nada tiene que decirnos ahora. El objetivo de esta celebración no se alcanza únicamente recordando datos, fechas, nombres y con celebraciones tan inocentes que no se traducen en hechos claros y concretos de la vida.

La primera forma que ha de tomar esta celebración es la gratitud. Como no sentirnos agradecidos por la noble cultura, -tan elocuente y brillante- que se encontraron por estas tierras los españoles. Este mundo fue nuevo porque para ellos abrió todo el horizonte de lo desconocido. En esta, como en todas las conquistas, el vencedor también resultó vencido. Tal vez venció con su fuerza e ímpetu, con su organización y estrategias, pero culturalmente siempre ha sido vencido. Sentirnos agradecidos porque el encuentro es una gracia siempre fecunda. Es un regalo cargado de dones inestimables.

Y, la segunda forma que ha de tomar esta celebración es la reflexión concienzuda. Esto es, no podemos conformarnos con reducir el hecho a unas cuantas palabras o nobles y enjutas estampas. La reflexión es una invitación a la cordura, a la distancia y al análisis crítico. Que se traduzca en una cultura del encuentro. De esos encuentros grandes y fecundos. Esta reflexión nos ha de llevar a la puesta en guardia en todos los frentes, ante las nuevas formas de avasallamiento que se van minando entre nosotros y terminan por exigir carta de ciudadanía. No podemos dejarnos pisotear por estas ideologías graves, desastrosas y alarmantes.

La fiesta de este 12 de octubre conmemora el 527 aniversario del encuentro de los llamados Dos Mundos. El Día de la Raza que se asocia con el acontecimiento del descubrimiento de América por Colón y los tripulantes de su embarcación en el ya distante 1492. Este es el día de la Hispanidad en razón de la grandiosa celebración de nuestros orígenes más remotos. ¡Nuestro umbral hunde sus raíces en un prodigioso encuentro!

Desde luego que hay muchos hitos de la historia que no podrán ser cambiados en adelante, tal como sucedieron así impactaron a la posteridad. Por esta razón, resulta por demás absurdo el hecho de malgastar la vida lamentando lo que pasó, las formas en que se dieron las cosas y suplicando disculpas por acontecimientos del pasado. En nada enarbolan la patria fecunda que se soñó con el encuentro de las dos culturas, por demás distantes y distintas, pero muy complementarias.

Esta celebración no puede reducirse al simple recuerdo de un acontecimiento del pasado, el cual, por resultarnos tan distante, nada tiene que decirnos ahora. El objetivo de esta celebración no se alcanza únicamente recordando datos, fechas, nombres y con celebraciones tan inocentes que no se traducen en hechos claros y concretos de la vida.

La primera forma que ha de tomar esta celebración es la gratitud. Como no sentirnos agradecidos por la noble cultura, -tan elocuente y brillante- que se encontraron por estas tierras los españoles. Este mundo fue nuevo porque para ellos abrió todo el horizonte de lo desconocido. En esta, como en todas las conquistas, el vencedor también resultó vencido. Tal vez venció con su fuerza e ímpetu, con su organización y estrategias, pero culturalmente siempre ha sido vencido. Sentirnos agradecidos porque el encuentro es una gracia siempre fecunda. Es un regalo cargado de dones inestimables.

Y, la segunda forma que ha de tomar esta celebración es la reflexión concienzuda. Esto es, no podemos conformarnos con reducir el hecho a unas cuantas palabras o nobles y enjutas estampas. La reflexión es una invitación a la cordura, a la distancia y al análisis crítico. Que se traduzca en una cultura del encuentro. De esos encuentros grandes y fecundos. Esta reflexión nos ha de llevar a la puesta en guardia en todos los frentes, ante las nuevas formas de avasallamiento que se van minando entre nosotros y terminan por exigir carta de ciudadanía. No podemos dejarnos pisotear por estas ideologías graves, desastrosas y alarmantes.