/ viernes 28 de enero de 2022

La presencia de un nuevo arzobispo

Sostienen los Documentos de la Iglesia que, Jesucristo, el Señor, con tal de guiar al pueblo de Dios y hacerlo madurar siempre, instituyó en la Iglesia una armónica diversidad de ministerios, cada uno, ordenado en beneficio de todo el cuerpo místico, la Iglesia.

No se puede negar que Jesucristo es el Pastor eterno, el Buen pastor, que ha enviado a sus apóstoles para servir a su Iglesia como Él mismo ha sido enviado por el Padre Dios. Y ha querido que los sucesores de los apóstoles, es decir los obispos, fuesen pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos (cfr. LG ,18). Así pues, gracias a la persona de los obispos se continúa en la Iglesia y en el mundo el proyecto en favor del bien y la felicidad del género humano.

Así pues, Dios ha querido en Cristo que la Iglesia fuera pastoreada por los apóstoles y los sucesores de éstos. Los obispos, junto al sucesor de Pedro y Vicario de Cristo, dirigen la casa del Dios vivo, pues Dios vive en medio de quienes le invocan y en medio de quienes no lo invocan también. El mismo Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamó a los que Él quiso para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar el Reino, como cuenta de ello dan los evangelios.

Con sus apóstoles Jesús formó una especie de colegio, es decir, un grupo estable y puso al frente de ellos a Pedro. Ahora bien, esta divina misión confiada por Cristo a los apóstoles, ha de durar hasta el fin de los siglos. Pues el evangelio que deben transmitir será siempre el principio de toda la vida para la Iglesia. De este modo, con tal de que la misión de los apóstoles continuara, ellos mismos tuvieron colaboradores en su ministerio. Así pues, ellos establecieron algunos varones y les ordenaron que, al morir ellos, otros varones probados se hicieran cargo del ministerio que se les había confiado y desde entonces, así se realiza la sucesión apostólica. San Ireneo atestigua que, por medio de aquellos que los apóstoles instituyeron como obispos y sus sucesores hasta nosotros, se manifiesta y conserva la tradición apostólica en el mundo entero. La Iglesia enseña que, por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia.

Ahora que la Iglesia de Xalapa se dispone para la llegada del nuevo pastor, se recuerda que el obispo, como su nombre lo dice, tiene la delicada función de velar por todos los que le han sido confiados.

Sostienen los Documentos de la Iglesia que, Jesucristo, el Señor, con tal de guiar al pueblo de Dios y hacerlo madurar siempre, instituyó en la Iglesia una armónica diversidad de ministerios, cada uno, ordenado en beneficio de todo el cuerpo místico, la Iglesia.

No se puede negar que Jesucristo es el Pastor eterno, el Buen pastor, que ha enviado a sus apóstoles para servir a su Iglesia como Él mismo ha sido enviado por el Padre Dios. Y ha querido que los sucesores de los apóstoles, es decir los obispos, fuesen pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos (cfr. LG ,18). Así pues, gracias a la persona de los obispos se continúa en la Iglesia y en el mundo el proyecto en favor del bien y la felicidad del género humano.

Así pues, Dios ha querido en Cristo que la Iglesia fuera pastoreada por los apóstoles y los sucesores de éstos. Los obispos, junto al sucesor de Pedro y Vicario de Cristo, dirigen la casa del Dios vivo, pues Dios vive en medio de quienes le invocan y en medio de quienes no lo invocan también. El mismo Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamó a los que Él quiso para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar el Reino, como cuenta de ello dan los evangelios.

Con sus apóstoles Jesús formó una especie de colegio, es decir, un grupo estable y puso al frente de ellos a Pedro. Ahora bien, esta divina misión confiada por Cristo a los apóstoles, ha de durar hasta el fin de los siglos. Pues el evangelio que deben transmitir será siempre el principio de toda la vida para la Iglesia. De este modo, con tal de que la misión de los apóstoles continuara, ellos mismos tuvieron colaboradores en su ministerio. Así pues, ellos establecieron algunos varones y les ordenaron que, al morir ellos, otros varones probados se hicieran cargo del ministerio que se les había confiado y desde entonces, así se realiza la sucesión apostólica. San Ireneo atestigua que, por medio de aquellos que los apóstoles instituyeron como obispos y sus sucesores hasta nosotros, se manifiesta y conserva la tradición apostólica en el mundo entero. La Iglesia enseña que, por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia.

Ahora que la Iglesia de Xalapa se dispone para la llegada del nuevo pastor, se recuerda que el obispo, como su nombre lo dice, tiene la delicada función de velar por todos los que le han sido confiados.