/ lunes 16 de noviembre de 2020

Las clases en línea

En unas semanas terminará un semestre más en las universidades públicas y privadas de Veracruz. Clases en línea. Los alumnos en casa, frente a la compu, el Ipad, el celular. Vigilados de manera drástica por los académicos.

La SEV y la SEV sacaron, digamos, un ciclo. Pero, vaya paradoja, el desastre epidemiológico generó que parte sustancial de los maestros enloqueciera. Y enloqueció, por ejemplo, excediéndose en las tareas encargadas a los educandos. Con la fiaca y el látigo sumido hasta el fondo del acelerador. Ni siquiera, vaya, como en tiempo de clases presenciales.

Unos profes fueron generosos. Uno dijo a los estudiantes: "Ningún caso tiene encargar y encargar tareas. Y más, a lo tonto. Sin un objetivo pedagógico ni laboral ni menos de vida. Una enseñanza que les será útil cuando egresen. Por eso, yo encargo lo sustancial". En muchos casos, los chicos terminan odiando a los profesores.

Lo peor: afiebrados, sin una ruta crítica, los profes encargan la tarea para entregar el mismo día, los más comprensivos hacia las doce de la noche. Y como si los chicos fueran soldados, ni un minuto después de medianoche, pues de lo contrario, se los rechazaban. Y con el rechazo el inminente riesgo de reprobar la materia. Hacia el viernes de la noche, los estudiantes sueñan con el sábado para descansar todo el día.

Peor tantito cuando en algunas universidades, sobre todo, las privadas, presionan a los alumnos para, primero, una materia optativa, a fuerza, y segundo, deporte por internet, vigilados desde la cámara fotográfica de la computadora, todos en serie.

Muchas ocasiones, los profes convertidos en vigilantes, espías, policías.

"No te veo, Tomás, en el zoom". Y si Tomás dormitaba agotado por la tarea de la noche anterior, era reportado al departamento pedagógico para en automático hablar por teléfono al padre y la severa regañiza.

Ni hablar, en el tiempo del Covid, el lema universal histórico, legendario y mítico de que "la letra con sangre entra".

Se entiende, el Covid agarró de sorpresa a la mitad del mundo y a la otra mitad. Y por eso mismo, y más los profesores y la SEP y la SEV y la ANUIES, etcétera, obligados a la tolerancia para que como decía el poeta español, León Felipe, "todos lleguemos juntos y a tiempo".

En el caso, los maestros han tenido la última palabra y por más jefes de grupos en algunas universidades para defender los derechos estudiantiles, "donde manda capitán nunca gobiernan los marineros". Quizá, el principio de autoridad del profe en las clases en línea. Algún día cuando sea la hora del balance laboral se verá la calidad educativa.

El más alto desafío en Veracruz, de igual manera como en el resto del país, es prestigiar cada universidad. Cotizarse en el más alto decibel. Figurar en uno de los primeros rankings de la nación.

Nada, pues, de escuelas ‘patito’. Tampoco escuelas barco. Mucho menos, de las universidades como fábricas de desempleados y subempleados, con jornada laboral extenuante y sueldos de hambre, miserables, insultantes para la dignidad humana.

En unas semanas terminará un semestre más en las universidades públicas y privadas de Veracruz. Clases en línea. Los alumnos en casa, frente a la compu, el Ipad, el celular. Vigilados de manera drástica por los académicos.

La SEV y la SEV sacaron, digamos, un ciclo. Pero, vaya paradoja, el desastre epidemiológico generó que parte sustancial de los maestros enloqueciera. Y enloqueció, por ejemplo, excediéndose en las tareas encargadas a los educandos. Con la fiaca y el látigo sumido hasta el fondo del acelerador. Ni siquiera, vaya, como en tiempo de clases presenciales.

Unos profes fueron generosos. Uno dijo a los estudiantes: "Ningún caso tiene encargar y encargar tareas. Y más, a lo tonto. Sin un objetivo pedagógico ni laboral ni menos de vida. Una enseñanza que les será útil cuando egresen. Por eso, yo encargo lo sustancial". En muchos casos, los chicos terminan odiando a los profesores.

Lo peor: afiebrados, sin una ruta crítica, los profes encargan la tarea para entregar el mismo día, los más comprensivos hacia las doce de la noche. Y como si los chicos fueran soldados, ni un minuto después de medianoche, pues de lo contrario, se los rechazaban. Y con el rechazo el inminente riesgo de reprobar la materia. Hacia el viernes de la noche, los estudiantes sueñan con el sábado para descansar todo el día.

Peor tantito cuando en algunas universidades, sobre todo, las privadas, presionan a los alumnos para, primero, una materia optativa, a fuerza, y segundo, deporte por internet, vigilados desde la cámara fotográfica de la computadora, todos en serie.

Muchas ocasiones, los profes convertidos en vigilantes, espías, policías.

"No te veo, Tomás, en el zoom". Y si Tomás dormitaba agotado por la tarea de la noche anterior, era reportado al departamento pedagógico para en automático hablar por teléfono al padre y la severa regañiza.

Ni hablar, en el tiempo del Covid, el lema universal histórico, legendario y mítico de que "la letra con sangre entra".

Se entiende, el Covid agarró de sorpresa a la mitad del mundo y a la otra mitad. Y por eso mismo, y más los profesores y la SEP y la SEV y la ANUIES, etcétera, obligados a la tolerancia para que como decía el poeta español, León Felipe, "todos lleguemos juntos y a tiempo".

En el caso, los maestros han tenido la última palabra y por más jefes de grupos en algunas universidades para defender los derechos estudiantiles, "donde manda capitán nunca gobiernan los marineros". Quizá, el principio de autoridad del profe en las clases en línea. Algún día cuando sea la hora del balance laboral se verá la calidad educativa.

El más alto desafío en Veracruz, de igual manera como en el resto del país, es prestigiar cada universidad. Cotizarse en el más alto decibel. Figurar en uno de los primeros rankings de la nación.

Nada, pues, de escuelas ‘patito’. Tampoco escuelas barco. Mucho menos, de las universidades como fábricas de desempleados y subempleados, con jornada laboral extenuante y sueldos de hambre, miserables, insultantes para la dignidad humana.

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