/ viernes 1 de mayo de 2020

Los derechos de los niños

Por el hecho de ser personas, todos -sin importar cuestiones accidentales a nuestro ser-, gozamos de derechos fundamentales. ¡Los niños también tienen sus derechos!, mismos que tienen la intención de permitir que éstos tengan un desarrollo que les conceda gozar con la vida que ha sido puesta en sus manos. Y es que en la infancia se están fraguando los ciudadanos con los que después se verá enriquecida la vida social.

Las teorías del comportamiento señalan que la infancia es muy importante: en ella se encuentra un abundante campo de datos. Una mina de información sobre los comportamientos, actitudes y elecciones de muchos adultos. Es por eso que a todos implica el compromiso de velar para que todos los niños tengan una infancia de la que nadie se arrepienta jamás.

El primero de sus derechos es el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo. Éste custodia que les sea permitida la vida a todos los niños. Es un derecho que les pertenece a ellos y que nadie -bajo ningún argumento- puede decidir a este respecto. Pero, esto es sólo el principio; no es suficiente con traerlos al mundo, es muy importante que los niños tengan la oportunidad de desarrollarse en la integridad de su ser, que los campos de su desarrollo les permitan crecer en lo físico, en lo intelectual, en lo emocional. Que se sientan queridos y que aprendan a querer a los demás. Que no les sean amputados sus sentimientos y emociones. Eso es lo que significa supervivencia, ¡estar encima de la vida!

Junto con esto tienen derecho a vivir en familia. Que tengan la oportunidad de establecer los más hermosos y sólidos lazos del amor de sus padres respecto de ellos, pero también de ellos hacia sus padres y hermanos. Es muy importante que la familia sea el caldo de cultivo que les permita a los niños saberse importantes, queridos. Que se sientan seguros y amados. Y con esto, el derecho a la salud, en todo lo amplio del espectro de lo que la salud incluye.

Los niños tienen el derecho a la educación. La educación es el arma más poderosa que se les puede dar a los niños. Una educación bien situada en el presente, pero con una firme y decidida mirada en el futuro. Como diría el maestro de Königsberg en su tratado de la pedagogía: educar a los niños, sabiendo que serán adultos.

Celebrar el día del niño, de la niña y del adolescente es celebrar la belleza de la vida. Es construir -cada día- la sociedad en la que todos den lo mejor de sí. Sin más, una tarea pendiente.

Por el hecho de ser personas, todos -sin importar cuestiones accidentales a nuestro ser-, gozamos de derechos fundamentales. ¡Los niños también tienen sus derechos!, mismos que tienen la intención de permitir que éstos tengan un desarrollo que les conceda gozar con la vida que ha sido puesta en sus manos. Y es que en la infancia se están fraguando los ciudadanos con los que después se verá enriquecida la vida social.

Las teorías del comportamiento señalan que la infancia es muy importante: en ella se encuentra un abundante campo de datos. Una mina de información sobre los comportamientos, actitudes y elecciones de muchos adultos. Es por eso que a todos implica el compromiso de velar para que todos los niños tengan una infancia de la que nadie se arrepienta jamás.

El primero de sus derechos es el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo. Éste custodia que les sea permitida la vida a todos los niños. Es un derecho que les pertenece a ellos y que nadie -bajo ningún argumento- puede decidir a este respecto. Pero, esto es sólo el principio; no es suficiente con traerlos al mundo, es muy importante que los niños tengan la oportunidad de desarrollarse en la integridad de su ser, que los campos de su desarrollo les permitan crecer en lo físico, en lo intelectual, en lo emocional. Que se sientan queridos y que aprendan a querer a los demás. Que no les sean amputados sus sentimientos y emociones. Eso es lo que significa supervivencia, ¡estar encima de la vida!

Junto con esto tienen derecho a vivir en familia. Que tengan la oportunidad de establecer los más hermosos y sólidos lazos del amor de sus padres respecto de ellos, pero también de ellos hacia sus padres y hermanos. Es muy importante que la familia sea el caldo de cultivo que les permita a los niños saberse importantes, queridos. Que se sientan seguros y amados. Y con esto, el derecho a la salud, en todo lo amplio del espectro de lo que la salud incluye.

Los niños tienen el derecho a la educación. La educación es el arma más poderosa que se les puede dar a los niños. Una educación bien situada en el presente, pero con una firme y decidida mirada en el futuro. Como diría el maestro de Königsberg en su tratado de la pedagogía: educar a los niños, sabiendo que serán adultos.

Celebrar el día del niño, de la niña y del adolescente es celebrar la belleza de la vida. Es construir -cada día- la sociedad en la que todos den lo mejor de sí. Sin más, una tarea pendiente.