/ sábado 3 de octubre de 2020

Más cinturones apretados

El segundo secretario de Hacienda y Crédito Público ha anunciado el peor de los tiempos para el año entrante:

Más austeridad republicana y jesuita. Más cinturones apretados. Más drástica vigilancia sobre el gasto público. Más ahorro. Por ejemplo, lo que desde finales del siglo pasado era práctica común en las dependencias oficiales. El mínimo uso de la luz y del agua. Y de las fotocopiadoras.

Incluso, y debido al coronavirus, número incalculable de burócratas seguirán trabajando desde sus casas… para ahorrar costos al gobierno, con todo y que en las regiones tropicales significa tener prendido los aires acondicionados, mínimo, durante las 8 horas de la jornada laboral, un gasto enorme, extra para cada jefe de familia. Más, mucho más agravado ahora con los hijos convertida la casa en salón de clases.

PASAMANOS: Hay de por sí un decreto de Austeridad Republicana. Ahora, uno adicional. La medida llega a lo siguiente: todas y cada una de las plazas burocráticas desocupadas, digamos, por jubilación y/o despido, congeladas en automático. La oportunidad laboral que en el tiempo priista y panista significaba el gobierno como fuente de empleo cerrada al cien por ciento… con todo y que el desempleo creciente y galopante pudiera transfigurar en un pendiente social, cóctel explosivo, resistencia pacífica en puerta.

CORREDORES: De los directores generales para abajo en las dependencias federales, ninguno tendrá asesores ni choferes, ay, el mundo burocrático anterior cuando los jefes usufructuaban titipuchal de asesores, en muchos casos, y por desgracia, "aviadurías" para ayudar a los amigos y compadres. El decreto adicional de la austeridad incluye, además, la prohibición a cualquier funcionario de comprar mobiliario y/o de remodelar oficinas, como fue el caso, ¡vaya excepción!, del secretario de Salud del gobierno de Veracruz… y que, bueno, poderosas relaciones e influencias tendrá para tamaño desacato.

BALCONES: El Señor Presidente tiene en la cabeza un par de obsesiones. Una, la austeridad. Hacer más, mucho más, con el dinero público, como era la cantaleta en el pasado inmediato y mediato. Y dos, la lucha sistemática en contra de la corrupción y las pillerías de los políticos encaramados en el poder. Y aun cuando se registró un jab al corazón obradorista con el video de su hermano Pío López Obrador, López Obrador sigue pa’lante, firme, pues la 4T significa el paraíso socialista para 6 de cada diez mexicanos en la pobreza y la miseria. El mundo utópico en el que desde los orígenes de la humanidad sueñan las tribus políticas.

PASILLOS: Hosanna por la austeridad. Hosanna por la cruzada política y cívica contra la deshonestidad. Hosanna por la correcta aplicación en obra pública y en becas y subsidios para los jodidos. Hosanna, pues. Pero… Pero hay una realidad lacerante, fuera de control, agravada más por el coronavirus. Es la recesión. Miles de empresas, industrias, fábricas, negocios, comercios y changarros, y hasta table-dance y casas de cita, quebradas. Y por añadidura, el desempleo galopante, fuera de control, descarrilado. Meseras pidiendo limosna en la calle.

El segundo secretario de Hacienda y Crédito Público ha anunciado el peor de los tiempos para el año entrante:

Más austeridad republicana y jesuita. Más cinturones apretados. Más drástica vigilancia sobre el gasto público. Más ahorro. Por ejemplo, lo que desde finales del siglo pasado era práctica común en las dependencias oficiales. El mínimo uso de la luz y del agua. Y de las fotocopiadoras.

Incluso, y debido al coronavirus, número incalculable de burócratas seguirán trabajando desde sus casas… para ahorrar costos al gobierno, con todo y que en las regiones tropicales significa tener prendido los aires acondicionados, mínimo, durante las 8 horas de la jornada laboral, un gasto enorme, extra para cada jefe de familia. Más, mucho más agravado ahora con los hijos convertida la casa en salón de clases.

PASAMANOS: Hay de por sí un decreto de Austeridad Republicana. Ahora, uno adicional. La medida llega a lo siguiente: todas y cada una de las plazas burocráticas desocupadas, digamos, por jubilación y/o despido, congeladas en automático. La oportunidad laboral que en el tiempo priista y panista significaba el gobierno como fuente de empleo cerrada al cien por ciento… con todo y que el desempleo creciente y galopante pudiera transfigurar en un pendiente social, cóctel explosivo, resistencia pacífica en puerta.

CORREDORES: De los directores generales para abajo en las dependencias federales, ninguno tendrá asesores ni choferes, ay, el mundo burocrático anterior cuando los jefes usufructuaban titipuchal de asesores, en muchos casos, y por desgracia, "aviadurías" para ayudar a los amigos y compadres. El decreto adicional de la austeridad incluye, además, la prohibición a cualquier funcionario de comprar mobiliario y/o de remodelar oficinas, como fue el caso, ¡vaya excepción!, del secretario de Salud del gobierno de Veracruz… y que, bueno, poderosas relaciones e influencias tendrá para tamaño desacato.

BALCONES: El Señor Presidente tiene en la cabeza un par de obsesiones. Una, la austeridad. Hacer más, mucho más, con el dinero público, como era la cantaleta en el pasado inmediato y mediato. Y dos, la lucha sistemática en contra de la corrupción y las pillerías de los políticos encaramados en el poder. Y aun cuando se registró un jab al corazón obradorista con el video de su hermano Pío López Obrador, López Obrador sigue pa’lante, firme, pues la 4T significa el paraíso socialista para 6 de cada diez mexicanos en la pobreza y la miseria. El mundo utópico en el que desde los orígenes de la humanidad sueñan las tribus políticas.

PASILLOS: Hosanna por la austeridad. Hosanna por la cruzada política y cívica contra la deshonestidad. Hosanna por la correcta aplicación en obra pública y en becas y subsidios para los jodidos. Hosanna, pues. Pero… Pero hay una realidad lacerante, fuera de control, agravada más por el coronavirus. Es la recesión. Miles de empresas, industrias, fábricas, negocios, comercios y changarros, y hasta table-dance y casas de cita, quebradas. Y por añadidura, el desempleo galopante, fuera de control, descarrilado. Meseras pidiendo limosna en la calle.

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