/ sábado 27 de noviembre de 2021

Nuevas formas de leer en la escuela

Hoy que los jóvenes leen menos libros y revistas es importante que la escuela retome ese camino para hacer más reflexivos y críticos a los alumnos. Actualmente transmitir información no es un reto de la escuela, pero sí lo es desarrollar la capacidad de los jóvenes para saber encontrarla, comprenderla y leerla críticamente, de manera que posibilite su toma de decisiones fundamentadas.

Cuando nos enfrentamos como lectores a un texto podemos tomar distintas posiciones, pero sin duda la más difícil es la posición crítica, en la que el lector ha de llevar a cabo un proceso de negociación entre el texto y sus conocimientos para poder construir su propia interpretación .

Letras Libres publicó “La invención de nuevas formas de leer”, con la autoría de Jacobo Zanella, editor en Gris Tormenta, editorial de ensayo literario y memoria. Ahí Zanella comenta que hay revistas “extraordinarias” que permiten la comprensión de un momento actual de maneras no previstas: modifican nuestra percepción de los sucesos y las cosas. Seleccionan un aspecto del presente con intenciones muy particulares y lo presentan con una forma distintiva: una reacción o un antídoto al mundo tal cual es; una manera de establecer un diálogo con él –un diálogo propuesto por un editor–, que nos hace ver las cosas desde una perspectiva en esencia personal. En su encuentro y lectura se produce una respuesta estética: el asombro, algo que motiva la reflexión.

Por ello es importante que en la escuela, al leer revistas cuya forma y estructura permiten tener otra manera de ver el mundo, se tome en cuenta la labor del editor. El docente puede partir de “la definición generalizada de revista –que– no es muy sofisticada”, y considerar que “hasta los artículos en revistas que hablan sobre revistas tienden a ser predecibles y descriptivos, sin explorar más allá del recuento histórico, las anécdotas o los factores externos, generalmente políticos, que las rodean".

La mayor parte de las veces al leer una revista pocos nos percatamos de la importancia del editor, aquel que diseña y quien muestra una importante capacidad de organización junto a sus habilidades y capacidades creativas y de escritura, y aún más, de imaginación.

En su lectura sobre distintas revistas, el autor que se comenta, encontró tres valores destacables de las revistas en su concepción editorial y el proceso de pasar sus ideas al papel. ¿Qué es eso que inventa el editor de revistas? “Una forma: es decir, una especie de lienzo, un contenedor; una serie de reglas en donde su idea puede vertirse, no importa si es simple o extravagante. La revista presenta contenidos, pero antes de eso hay una claridad intelectual y emocional: una forma que nace de una intención narrativa que precede al texto, y que no es social, sino personal".

"Cada editor y revista (teóricamente) inauguran una forma, pues no hay dos editores o revistas iguales. (Pensemos en ella como el ejercicio de imaginar una habitación: dimensiones, materiales, iluminación, temperatura, orientación, altitud, latitud, habitantes, instalaciones, mobiliario, uso, es decir, el reconocimiento y la creación de una atmósfera)”. Esa forma sólida y atractiva genera un interés por la exploración de la revista y su lectura: el equivalente a una trama irresistible en una novela.

Es común encontrarse con ciertos anhelos que rondan “la idea” de una revista: responder a su tiempo, a su espacio, a las características particulares que la circundan. Pero eso –si solamente es eso– resulta en publicaciones predecibles, mecánicas, por llamarlas de alguna manera, que en el fondo no están ganando ningún territorio extra. Antes de eso, la revista debería responder a su autor-editor, capaz de imaginar un ejercicio nuevo. Y esto no supone un esfuerzo para él; solo es un despliegue de carácter. No importa lo bien que la conozcamos, cada edición nos sorprende como la primera. Es un ejercicio de imaginación.

Está el editor que “crea conexiones que parece explorar e introducir temas y tratamientos que no eran para nada lógicos y previsibles, pero que una vez que se materializan hacen sentido de una manera misteriosa con lo que estamos leyendo –o quisiéramos leer– en ese momento. Hay otros editores que propician sinapsis y generan conexiones que nadie más vería. Relacionan entre sí todos los elementos de maneras muy particulares y al final arrojan un resultado. La expresión de esos hallazgos y formas de pensar es permitido –o generado– por una forma (un antes), no por sus contenidos (un después), y supone un avance, por mínimo que sea, hacia una nueva epistemología, que puede ser también una salida del mundo”.

El editor hace un esfuerzo por alterar nuestra concepción previa de la realidad. En el proceso de esa invención, en ese choque de forma y contenido se libera una energía: del interior del mundo sale algo que no pudimos haber conocido por cuenta propia, y que la mirada del editor, que llegará a ser cada vez más la nuestra, nos permite ver, pensar y leer. Condición propia que deben conocer los jóvenes para hacerse más críticos y reflexivos.

Hoy que los jóvenes leen menos libros y revistas es importante que la escuela retome ese camino para hacer más reflexivos y críticos a los alumnos. Actualmente transmitir información no es un reto de la escuela, pero sí lo es desarrollar la capacidad de los jóvenes para saber encontrarla, comprenderla y leerla críticamente, de manera que posibilite su toma de decisiones fundamentadas.

Cuando nos enfrentamos como lectores a un texto podemos tomar distintas posiciones, pero sin duda la más difícil es la posición crítica, en la que el lector ha de llevar a cabo un proceso de negociación entre el texto y sus conocimientos para poder construir su propia interpretación .

Letras Libres publicó “La invención de nuevas formas de leer”, con la autoría de Jacobo Zanella, editor en Gris Tormenta, editorial de ensayo literario y memoria. Ahí Zanella comenta que hay revistas “extraordinarias” que permiten la comprensión de un momento actual de maneras no previstas: modifican nuestra percepción de los sucesos y las cosas. Seleccionan un aspecto del presente con intenciones muy particulares y lo presentan con una forma distintiva: una reacción o un antídoto al mundo tal cual es; una manera de establecer un diálogo con él –un diálogo propuesto por un editor–, que nos hace ver las cosas desde una perspectiva en esencia personal. En su encuentro y lectura se produce una respuesta estética: el asombro, algo que motiva la reflexión.

Por ello es importante que en la escuela, al leer revistas cuya forma y estructura permiten tener otra manera de ver el mundo, se tome en cuenta la labor del editor. El docente puede partir de “la definición generalizada de revista –que– no es muy sofisticada”, y considerar que “hasta los artículos en revistas que hablan sobre revistas tienden a ser predecibles y descriptivos, sin explorar más allá del recuento histórico, las anécdotas o los factores externos, generalmente políticos, que las rodean".

La mayor parte de las veces al leer una revista pocos nos percatamos de la importancia del editor, aquel que diseña y quien muestra una importante capacidad de organización junto a sus habilidades y capacidades creativas y de escritura, y aún más, de imaginación.

En su lectura sobre distintas revistas, el autor que se comenta, encontró tres valores destacables de las revistas en su concepción editorial y el proceso de pasar sus ideas al papel. ¿Qué es eso que inventa el editor de revistas? “Una forma: es decir, una especie de lienzo, un contenedor; una serie de reglas en donde su idea puede vertirse, no importa si es simple o extravagante. La revista presenta contenidos, pero antes de eso hay una claridad intelectual y emocional: una forma que nace de una intención narrativa que precede al texto, y que no es social, sino personal".

"Cada editor y revista (teóricamente) inauguran una forma, pues no hay dos editores o revistas iguales. (Pensemos en ella como el ejercicio de imaginar una habitación: dimensiones, materiales, iluminación, temperatura, orientación, altitud, latitud, habitantes, instalaciones, mobiliario, uso, es decir, el reconocimiento y la creación de una atmósfera)”. Esa forma sólida y atractiva genera un interés por la exploración de la revista y su lectura: el equivalente a una trama irresistible en una novela.

Es común encontrarse con ciertos anhelos que rondan “la idea” de una revista: responder a su tiempo, a su espacio, a las características particulares que la circundan. Pero eso –si solamente es eso– resulta en publicaciones predecibles, mecánicas, por llamarlas de alguna manera, que en el fondo no están ganando ningún territorio extra. Antes de eso, la revista debería responder a su autor-editor, capaz de imaginar un ejercicio nuevo. Y esto no supone un esfuerzo para él; solo es un despliegue de carácter. No importa lo bien que la conozcamos, cada edición nos sorprende como la primera. Es un ejercicio de imaginación.

Está el editor que “crea conexiones que parece explorar e introducir temas y tratamientos que no eran para nada lógicos y previsibles, pero que una vez que se materializan hacen sentido de una manera misteriosa con lo que estamos leyendo –o quisiéramos leer– en ese momento. Hay otros editores que propician sinapsis y generan conexiones que nadie más vería. Relacionan entre sí todos los elementos de maneras muy particulares y al final arrojan un resultado. La expresión de esos hallazgos y formas de pensar es permitido –o generado– por una forma (un antes), no por sus contenidos (un después), y supone un avance, por mínimo que sea, hacia una nueva epistemología, que puede ser también una salida del mundo”.

El editor hace un esfuerzo por alterar nuestra concepción previa de la realidad. En el proceso de esa invención, en ese choque de forma y contenido se libera una energía: del interior del mundo sale algo que no pudimos haber conocido por cuenta propia, y que la mirada del editor, que llegará a ser cada vez más la nuestra, nos permite ver, pensar y leer. Condición propia que deben conocer los jóvenes para hacerse más críticos y reflexivos.