/ domingo 29 de marzo de 2020

El dueño del poder

El vicegobernador y secretario General de Gobierno anda tan estirado como un lagarto porque cada vez acumula más parcelas de poder.

Pero también es una especie de búfalo y/o rinoceronte, porque arrasa con todo. Y aun cuando su mirada es como la de una pantera en acecho, una águila sobrevolando el cielo y al mismo tiempo, calculando y midiendo posibilidades, tejiendo y destejiendo como Penélope, la esposa de Ulises camino a Itaca, también es un político calculador, digamos como el león en acecho y a la defensiva y a la contraofensiva.

Y más, por lo siguiente: De niño en la escuela primaria le hicieron bullying porque encarna a la cultura prehispánica, la azteca, la más carismática de todas.

Y de adolescente partió a Baja California con su familia como un exiliado más de Veracruz y como en todo caso, en el relato bíblico consignan la historia de Moisés con su pueblo judío.

Y aun cuando se trata de historias universales, la migración es canija y marca.

En su tierra adoptiva fue maestro, dice, de la universidad pública y el más alto escalón público donde llegara fue titular de una Comisión de Agua Municipal.

Y aquí, en Veracruz, cuando apareciera en la cancha guinda y marrón como chofer de Rocío Nahle en la campaña electoral del año 2018 ganó méritos para ser nombrado secretario General de Gobierno.

Y apenas emergió a la superficie como el topo calculador de Carlos Marx, de pronto, la rudeza innecesaria de la oposición le endilgó un apodo.

Y el apodo fue como un recordatorio del bullying en la infancia. Un golpe canijo en sus neuronas y el corazón.

Tanto que un día, semanas anteriores, frágil como una palomita, manifestó su dolor y sufrimiento por el sobrenombre endilgado.

Pian pianito, poco a poco, hormiguita que con bajo perfil cumple su tarea, fue ganando terreno y cuando los demás lo advirtieron como el dinosaurio de Tito Monterroso ya estaba en la cancha… adueñado de un montón de parcelas de poder.

La última, la Comisión Estatal de Búsqueda de Desaparecidos le fue asignada, con la bendición del góber jarocho de AMLO, se ignora si con alguna cabildera o cabildero del altiplano.

Ahora, y desde Manuel Carbonell de la Hoz, el poderoso subsecretario de Gobierno de Rafael Murillo Vidal que fuera candidato a gobernador durante 72 horas, los tres días que estremecieron a Veracruz, en el siglo pasado, el vicegobernador tiene casi casi todas las pelotas en su costal.

Trae a la Fiscal. Trae a la magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia. Trae al presidente de la Mesa Directiva de la LXV Legislatura. Trae a un montón de diputados locales y presidentes municipales.

Trae a varios diputados federales. Trae al delegado federal de la Fiscalía General de la República. Trae a la directora del DIF.

Trae la estructura electoral de MORENA. Trae a las barbies más suculentas del sexenio de la izquierda.

El niño que padeció bullying y le pusieron apodo incómodo por su constitución biológica y geográfica convertido en el poder real y auténtico atrás del poder.

El góber jarocho de AMLO, reducido a cortar listones, minimizar el COVID 19 en Veracruz, tomarse la foto con sus colegas vecinos de otros estados y a bailar en el templo de la salsa.

Y el vicegobernador, con todo el poder político en el puño y el músculo.

Todo, porque en la infancia le hicieron bullying.

El vicegobernador y secretario General de Gobierno anda tan estirado como un lagarto porque cada vez acumula más parcelas de poder.

Pero también es una especie de búfalo y/o rinoceronte, porque arrasa con todo. Y aun cuando su mirada es como la de una pantera en acecho, una águila sobrevolando el cielo y al mismo tiempo, calculando y midiendo posibilidades, tejiendo y destejiendo como Penélope, la esposa de Ulises camino a Itaca, también es un político calculador, digamos como el león en acecho y a la defensiva y a la contraofensiva.

Y más, por lo siguiente: De niño en la escuela primaria le hicieron bullying porque encarna a la cultura prehispánica, la azteca, la más carismática de todas.

Y de adolescente partió a Baja California con su familia como un exiliado más de Veracruz y como en todo caso, en el relato bíblico consignan la historia de Moisés con su pueblo judío.

Y aun cuando se trata de historias universales, la migración es canija y marca.

En su tierra adoptiva fue maestro, dice, de la universidad pública y el más alto escalón público donde llegara fue titular de una Comisión de Agua Municipal.

Y aquí, en Veracruz, cuando apareciera en la cancha guinda y marrón como chofer de Rocío Nahle en la campaña electoral del año 2018 ganó méritos para ser nombrado secretario General de Gobierno.

Y apenas emergió a la superficie como el topo calculador de Carlos Marx, de pronto, la rudeza innecesaria de la oposición le endilgó un apodo.

Y el apodo fue como un recordatorio del bullying en la infancia. Un golpe canijo en sus neuronas y el corazón.

Tanto que un día, semanas anteriores, frágil como una palomita, manifestó su dolor y sufrimiento por el sobrenombre endilgado.

Pian pianito, poco a poco, hormiguita que con bajo perfil cumple su tarea, fue ganando terreno y cuando los demás lo advirtieron como el dinosaurio de Tito Monterroso ya estaba en la cancha… adueñado de un montón de parcelas de poder.

La última, la Comisión Estatal de Búsqueda de Desaparecidos le fue asignada, con la bendición del góber jarocho de AMLO, se ignora si con alguna cabildera o cabildero del altiplano.

Ahora, y desde Manuel Carbonell de la Hoz, el poderoso subsecretario de Gobierno de Rafael Murillo Vidal que fuera candidato a gobernador durante 72 horas, los tres días que estremecieron a Veracruz, en el siglo pasado, el vicegobernador tiene casi casi todas las pelotas en su costal.

Trae a la Fiscal. Trae a la magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia. Trae al presidente de la Mesa Directiva de la LXV Legislatura. Trae a un montón de diputados locales y presidentes municipales.

Trae a varios diputados federales. Trae al delegado federal de la Fiscalía General de la República. Trae a la directora del DIF.

Trae la estructura electoral de MORENA. Trae a las barbies más suculentas del sexenio de la izquierda.

El niño que padeció bullying y le pusieron apodo incómodo por su constitución biológica y geográfica convertido en el poder real y auténtico atrás del poder.

El góber jarocho de AMLO, reducido a cortar listones, minimizar el COVID 19 en Veracruz, tomarse la foto con sus colegas vecinos de otros estados y a bailar en el templo de la salsa.

Y el vicegobernador, con todo el poder político en el puño y el músculo.

Todo, porque en la infancia le hicieron bullying.

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