/ miércoles 17 de octubre de 2018

Las niñas mamás, en aumento

De conformidad con nuestro Código Civil reformado en 2014, no pueden contraer matrimonio el hombre y la mujer antes de cumplir 18 años. Para poder hacerlo antes de esa edad debe obtenerse una dispensa que sólo pueden otorgar los jueces. Lo que la norma quiere impedir es que haya matrimonios entre menores de edad por las consecuencias de todo orden que ello implica, especialmente, para evitar la maternidad en las adolescentes antes de alcanzar la mayoría de edad. La intención es buena, de ahí que muchas entidades federativas tengan una legislación semejante. Sin embargo, la realidad es terca y se resiste a entrar al molde de la ley. Casadas o no casadas sigue en aumento el embarazo no sólo de adolescentes sino de niñas prácticamente, lo que es más grave todavía. Según cifras proporcionadas por la Encuesta Intercensal 2015 (Diario de Xalapa, 12/10/18), “la tasa de fecundidad de niñas adolescentes de hasta 14 años aumentó hasta (sic) 2.15 nacimientos por cada mil menores en el periodo de 1990 a 2016”. Por su parte el doctor José Narro, secretario de Salud, reveló que “durante 2017 se registraron más de 9 mil nacimientos entre niñas de 10 a 14 años… en 2017 también nacieron en promedio por día, dos niños, hijos de niñas de entre 10 y 11 años” (El Universal, 14/10/18). O sea, madres niñas que hace poco dejaron de usar pañales, y ya tienen que estárselos poniendo a su vez a sus propios hijos. Sin dejar de observar que el padre de cada uno de los niños incluidos en estas estadísticas es un pederasta o violador conforme a la ley penal, es evidente que el problema es de carácter social, que se tiene que atender de consuno por las autoridades de salud y educación y también por la familia, como también apuntó el doctor Narro. Hace falta un mayor esfuerzo institucional es cierto, pero también, hay que desatender las voces que se oponen a que se les otorgue a los niños educación sexual desde la primaria. El mejor argumento para ello son los resultados oficiales que hemos invocado. De lo contrario seguiremos lamentándonos ante este cuadro trágico sin hacer nada. Mientras tanto, miles de niñas seguirán siendo condenadas anualmente a una vida sin oportunidades de educación, de un empleo y sueldo decorosos, de una vida digna. No hagamos caso de dogmas o fantasías. La sexualidad sigue siendo un tema tabú en la mayoría de las familias. Entonces ¿cómo creer que van a dar esta educación a sus hijos?

evaz2010@hotmail.com





De conformidad con nuestro Código Civil reformado en 2014, no pueden contraer matrimonio el hombre y la mujer antes de cumplir 18 años. Para poder hacerlo antes de esa edad debe obtenerse una dispensa que sólo pueden otorgar los jueces. Lo que la norma quiere impedir es que haya matrimonios entre menores de edad por las consecuencias de todo orden que ello implica, especialmente, para evitar la maternidad en las adolescentes antes de alcanzar la mayoría de edad. La intención es buena, de ahí que muchas entidades federativas tengan una legislación semejante. Sin embargo, la realidad es terca y se resiste a entrar al molde de la ley. Casadas o no casadas sigue en aumento el embarazo no sólo de adolescentes sino de niñas prácticamente, lo que es más grave todavía. Según cifras proporcionadas por la Encuesta Intercensal 2015 (Diario de Xalapa, 12/10/18), “la tasa de fecundidad de niñas adolescentes de hasta 14 años aumentó hasta (sic) 2.15 nacimientos por cada mil menores en el periodo de 1990 a 2016”. Por su parte el doctor José Narro, secretario de Salud, reveló que “durante 2017 se registraron más de 9 mil nacimientos entre niñas de 10 a 14 años… en 2017 también nacieron en promedio por día, dos niños, hijos de niñas de entre 10 y 11 años” (El Universal, 14/10/18). O sea, madres niñas que hace poco dejaron de usar pañales, y ya tienen que estárselos poniendo a su vez a sus propios hijos. Sin dejar de observar que el padre de cada uno de los niños incluidos en estas estadísticas es un pederasta o violador conforme a la ley penal, es evidente que el problema es de carácter social, que se tiene que atender de consuno por las autoridades de salud y educación y también por la familia, como también apuntó el doctor Narro. Hace falta un mayor esfuerzo institucional es cierto, pero también, hay que desatender las voces que se oponen a que se les otorgue a los niños educación sexual desde la primaria. El mejor argumento para ello son los resultados oficiales que hemos invocado. De lo contrario seguiremos lamentándonos ante este cuadro trágico sin hacer nada. Mientras tanto, miles de niñas seguirán siendo condenadas anualmente a una vida sin oportunidades de educación, de un empleo y sueldo decorosos, de una vida digna. No hagamos caso de dogmas o fantasías. La sexualidad sigue siendo un tema tabú en la mayoría de las familias. Entonces ¿cómo creer que van a dar esta educación a sus hijos?

evaz2010@hotmail.com