/ miércoles 25 de julio de 2018

Sobrevivencia emocional

Fue difícil sustraerse a la reciente campaña político-electoral por la presidencia de la República, senadores y diputados al Congreso de la Unión y, además, a nivel local, diputados y gobernador. Sobrevivir al tsunami de memes, videos, textos con sentido partidista y la exigencia expresa de “Difundir” y “Hacerlo viral”, en fin, las redes sociales; la radio y la televisión, anuncios espectaculares, los periódicos, todo tendente a abrumar y desquiciar al ciudadano, a convencerlo que el producto político anunciado era mejor que todos los demás. ¿Cómo sobrevivir a ello? Muchos sucumbieron ; otros se salvaron. Yo le platico mi caso. En parte me refugié en la lectura. Entre otros releí dos libros y leí otros dos. Releí La Aventura de Pensar de Savater y El Arte de Pensar de Schopenhahuer; leí por vez primera El Pueblo Soy Yo de Krauze y La LLamada de la Tribu de Vargas Llosa. Un buen resumen de filosofía y ciencia política que siempre deja un buen sabor de boca. Uno aprende que más allá de los diversos sistemas filosóficos y políticos que desde hace 25 siglos han existido en la cultura occidental, nada está hecho ni concluido de una vez y para siempre. Ante la edificación arquitectónica del pensamiento de Platón se levantó la de Aristóteles con los pies en la tierra; y así hasta nuestros días. Hegel frente a Kant, Marx frente a Hegel y Nietzche frente a todos. Una nueva pirámide de pensamiento se construye con las piedras de la anterior, nadie empieza de cero. Lo importante para el hombre es no deificar ningún sistema de pensamiento ni a hombre alguno, ya que lo único cierto es que no hay verdades eternas. Algo tiene la apariencia de verdad o la naturaleza de tal, mientras no llegue una nueva idea que demuestre la falsedad total o parcial de la primera. Sólo así ha podido avanzar el hombre desde la época de las cavernas hasta hoy. Claro, lo más fácil es aferrarse a dogmas filosóficos, políticos o religiosos; lo difícil es ejercer la libertad de pensar, sin temor, sin miedo; consciente también que en este ejercicio se camina solo, porque pocos se atreven a dar pasos por un camino angosto sin cuerda de donde asirse. Empero ese es el precio. ¿Y qué se obtiene de ello? Aguzar el espíritu crítico, poner siempre en perspectiva los hechos, y no sucumbir al canto de las sirenas. Particularmente, no dejarse engañar por los profetas, en especial por los políticos.


Fue difícil sustraerse a la reciente campaña político-electoral por la presidencia de la República, senadores y diputados al Congreso de la Unión y, además, a nivel local, diputados y gobernador. Sobrevivir al tsunami de memes, videos, textos con sentido partidista y la exigencia expresa de “Difundir” y “Hacerlo viral”, en fin, las redes sociales; la radio y la televisión, anuncios espectaculares, los periódicos, todo tendente a abrumar y desquiciar al ciudadano, a convencerlo que el producto político anunciado era mejor que todos los demás. ¿Cómo sobrevivir a ello? Muchos sucumbieron ; otros se salvaron. Yo le platico mi caso. En parte me refugié en la lectura. Entre otros releí dos libros y leí otros dos. Releí La Aventura de Pensar de Savater y El Arte de Pensar de Schopenhahuer; leí por vez primera El Pueblo Soy Yo de Krauze y La LLamada de la Tribu de Vargas Llosa. Un buen resumen de filosofía y ciencia política que siempre deja un buen sabor de boca. Uno aprende que más allá de los diversos sistemas filosóficos y políticos que desde hace 25 siglos han existido en la cultura occidental, nada está hecho ni concluido de una vez y para siempre. Ante la edificación arquitectónica del pensamiento de Platón se levantó la de Aristóteles con los pies en la tierra; y así hasta nuestros días. Hegel frente a Kant, Marx frente a Hegel y Nietzche frente a todos. Una nueva pirámide de pensamiento se construye con las piedras de la anterior, nadie empieza de cero. Lo importante para el hombre es no deificar ningún sistema de pensamiento ni a hombre alguno, ya que lo único cierto es que no hay verdades eternas. Algo tiene la apariencia de verdad o la naturaleza de tal, mientras no llegue una nueva idea que demuestre la falsedad total o parcial de la primera. Sólo así ha podido avanzar el hombre desde la época de las cavernas hasta hoy. Claro, lo más fácil es aferrarse a dogmas filosóficos, políticos o religiosos; lo difícil es ejercer la libertad de pensar, sin temor, sin miedo; consciente también que en este ejercicio se camina solo, porque pocos se atreven a dar pasos por un camino angosto sin cuerda de donde asirse. Empero ese es el precio. ¿Y qué se obtiene de ello? Aguzar el espíritu crítico, poner siempre en perspectiva los hechos, y no sucumbir al canto de las sirenas. Particularmente, no dejarse engañar por los profetas, en especial por los políticos.