/ jueves 9 de enero de 2020

Crímenes de odio

Los vientos huracanados en contra de la población civil continúan soplando en Veracruz. Por ejemplo: La total impunidad con los 4 mil 500 desaparecidos en la última década, el último de Fidel Herrera, los 6 de Javier Duarte, los 2 de Miguel Ángel Yunes Linares y el primer año del góber de AMLO.

La impunidad absoluta con los 300 desaparecidos solo en el año anterior, sin que al momento los familiares tengan una respuesta y desde la Fiscalía la venta burda de esperanzas. La impunidad inverosímil con las 250 mujeres asesinadas.

La impunidad con los 40 menores de edad ejecutados el año anterior, entre ellas, una niña de doce años en la sierra de Zongolica, en Atzacan, cuando su familia fue rafagueada.

La impunidad con los veinte políticos y líderes partidistas y sindicales asesinados.

La impunidad con los veinte policías asesinados, entre ellos, un trío de mujeres, sus cadáveres flotando en el río aguas abajo.

La impunidad con los veintidós taxistas asesinados a quienes luego luego, desde el poder oficial “se lavaron las manos” asegurando que eran malandros y halcones.

Y de ñapa, la impunidad con los treinta y dos miembros de la comunidad sexual asesinados como parte de lo que llaman crímenes de odio.

“El miedo al miedo”

Cada vez la crueldad y la barbarie se han recrudecido. Todo, con un solo objetivo de los carteles y cartelitos como es multiplicar el miedo y “el miedo al miedo” como decía León Felipe.

Y el temor y el terror. Y la angustia y la zozobra. Y la incertidumbre y el horror… en la población civil.

Y si Veracruz ocupa el primer lugar nacional en secuestros y feminicidios, entonces, la tierra jarocha también conserva el primerísimo lugar en crueldad.

Y más, porque en la leyenda histórica quedó claro que los estados de Sinaloa con Culiacán y Chihuahua con Ciudad Juárez, incluso Jalisco con Guadalajara y Tamaulipas con Ciudad Victoria y Reynosa, eran, son los ejes del mal.

Pero, sorpresas que da la vida, un día, en el duartazgo, los carteles entraron por el norte de Veracruz, tiraron doce cadáveres en el puente que une a Tamaulipas con Veracruz (Tampico y Tampico Alto) y rafaguearon un par de autobuses de pasajeros y mataron a un bebé en brazos de su madre, y desde entonces, descubrieron aquí tierra fértil.

Y trece meses después de MORENA en el palacio de gobierno de Xalapa… aquí siguen, invictos, campeones.

La peor crueldad

Toda vida humana es invaluable. Y en cientos de hogares de Veracruz lloran un familiar desaparecido o asesinado. Y también lamentan la impunidad vigente, con o sin Jorge Wínckler Ortiz, y con la ex reina de belleza de su pueblo tuxtleco.

Pero, caray, matar a treinta y dos miembros de la comunidad sexual significa la peor crueldad y saña del mundo.

Sea machismo. Sea el alcohol. Sea la droga. Sean los celos. Sea el odio del macho. Sean venganzas. Sea una diversión, digamos, de jóvenes eufóricos, levitando entre el alcohol y la droga…, lo peor de todo es la impunidad, la misma predominando con los secuestros, desapariciones y crímenes del resto de la población victimizada de Veracruz.

“Yo mando aquí” dijo la Fiscal cuando en la primera quincena del mes de septiembre, 2019, tomara posesión, Wínckler y su profe, Marcos Even Torres Zamudio, convertidos para entonces en prófugos de la justicia.

Pero si la Fiscal manda en su palacio, la única resultante cinco meses después es la impunidad, la mismita que caracterizó a su antecesor.

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